RENOVACIÓN EUCARÍSTICA

Para Parroquias con Adoración Perpetua

SEMANA 1

 

 

 

Dichosos los que

no han visto y han creído

 

 

 

PUNTOS PARA REFLEXIONAR

Los problemas que el coronavirus ha creado a la adoración perpetua no tienen precedente. Como consecuencia, los coordinadores están enfrentando muchos desafíos inesperados para mantener funcionando la adoración perpetua. Como ya se ha dicho, este es un tiempo en el que necesitamos trabajar de cerca con ellos para poder superar estos desafíos. Por esta razón se te presentan estos puntos para que reflexiones. Se presentan al inicio de la Renovación para que tengas suficiente tiempo para considerarlos. Al finalizar la renovación alguien de la parroquia te contactará para discutir estas preguntas contigo.

  1. Primeramente, si aún no eres un adorador programado, ¿te gustaría tomar el compromiso de una hora semanal con Jesús presente en el Santísimo Sacramento?

  2. Si ya eres un adorador programado, ¿tienes necesidad de cambiar tu hora debido a algún cambio en tus actividades semanales?

  3. ¿Conoces a alguien, familiar o amigo, que quiera tomar una hora y ser incluido en el horario?

  4. Debido a que algunos adoradores no pueden venir en este momento hay espacios vacíos en el horario. ¿Considerarías ayudar en lo siguiente? a) tomando temporalmente una hora extra cada semana b) cambiar a otra hora ya sea permanente o temporalmente

  5. ¿Considerarías ser un coordinador de la adoración perpetua?

Los coordinadores son la columna vertebral de la adoración perpetua y sin ellos la adoración perpetua no existiría en la parroquia. Una nota especial de agradecimiento a ellos, por favor reza por ellos durante este tiempo difícil. Ellos tienen una enorme tarea ahora contactando a cada uno y reorganizando el horario semanal. Si te gustaría ayudarlos con esto por favor contáctalos, incluso antes de que terminen las 4 semanas.

 

María, que vivió en íntima

y constante comunión

con Jesús,el Verbo Encarnado,

ayude a todos los cristianos

a reconocer en la Eucaristía

la presencia viva de su Hijo divino,

a acogerlo con fe

y a invocarlo con amor. 

                            Juan Pablo II 1