¡Gracias!
Reflexiones Finales
Hemos discutido la situación en la que nos encontramos y nuestra profunda preocupación por la adoración perpetua y por cada adorador individualmente. Hemos compartido maneras en las que podemos recuperarnos de esta situación con la esperanza de fortalecer la fe de todos los adoradores. Es natural que nuestra preocupación más grande sea por aquellos no han podido ir a la capilla durante este tiempo. Pero es bueno recordar que cuando la vida empiece a volver a la normalidad, todos somos vulnerables a vernos atrapados en la frenética precipitación de actividades por recuperar lo que se perdió en todos los aspectos de la vida.
En este ambiente puede ser un reto mantener nuestro tiempo con Jesús como una prioridad. Por eso es bueno enfatizar de nuevo la necesidad que todos hagan esta evangelización Eucarística, esta renovación, para poder aferrarse a la “única cosa necesaria” en medio de la presión de tantas cosas urgentes.
Si la tarea que tenemos por delante parece demasiado grande, recordemos este pensamiento: la gracia de cada hora santa es eterna. Desde el momento que brota del Corazón de Jesús en la Eucaristía continúa por toda la eternidad bendiciéndolos a ustedes y a todos los que Dios ha creado y creará. Piensen por un momento en todas las horas santas rezadas en su capilla y tengan la certeza que esta gracia infinita está actuando para ustedes en este momento, “gracia sobre gracia”. (Jn 1,16)
Recuerden también que estas gracias fluyen del sacrificio de Jesús en el Calvario y el Papa Benedicto dice que Jesús “desde la Cruz, desde el trono de la gracia y la salvación…. constituye a María en el canal de ríos de gracia que brotan del Calvario”. Esto significa que María está trabajando con nosotros y está aplicando las gracias de cada una de las horas santas a su situación de acuerdo a su necesidad. ¡Nada se pierde! María guarda todas estas gracias en su corazón, y su corazón sabe exactamente lo que necesitan.
Así que mientras trabajamos, sencillamente unimos nuestro amor al amor que María tiene por cada persona de la parroquia, poniendo nuestra fe y confianza en el poder infinito de Jesús en la Eucaristía, y dejamos los resultados a Dios.
¡Gracias!
En este tiempo hemos aprendido a apreciar el don de Dios, la Sagrada Eucaristía, más que nunca. Hemos experimentado el anhelo de estar con Jesús: en la Misa, en la Santa Comunión y en adoración. Esto es algo que todos hemos experimentado en este tiempo de privación.
Jesús mismo siente este anhelo y Él aprecia cada esfuerzo que han hecho para satisfacer la sed en Su Corazón de estar unido a todos en la Eucaristía.
Algunos no podrán reunirse con Jesús en su hora por algún tiempo debido a distintas condiciones médicas - hasta que la situación en su país sea segura. En algunos países esto será más largo que en otros. Mientras nuestros deseos se ven cumplidos en el corto plazo, mantengámonos vigilantes por aquellos que puedan permanecer en el sentimiento de exilio de su hora y estemos siempre dispuestos para animarlos a que regresen cuando les sea posible y a sostener su fe hasta ese momento.
La Escritura dice que Dios no “olvida las obras y el amor que ustedes han mostrado a su nombre, a través de los servicios que prestaron y que aún prestan a los santos”. (Heb 6,10) A Dios no se le puede ganar en generosidad. Él está tan agradecido por todo lo que han hecho por Él, que los recompensará mil veces más, “una buena medida apretada, repleta, desbordante”. (Lc 6,38)